Tras el éxito de En mares salvajes, Javier Reverte vuelve al frío con su pluma cálida y cargada de humor.
¿Adónde ir cuándo se ha pateado tanto mundo como Javier Reverte?
Como él mismo dice, el planeta se hace mucho más grande conforme vas conociéndolo mejor y siempre hay nuevos paisajes que se abren al sueño y a la vocación de conocer. Por eso ha escogido como destino en esta ocasión los extremos boreal y austral del globo: dos navegaciones por los mares árticos y antárticos, realizadas con pocos meses de diferencia, que constituyen la entraña de este nuevo libro viajero.
Una primavera polar transcurre a bordo de un barco de investigación noruego, se adentra en las islas árticas de Svalbard y continúa hacia el norte, en latitudes ya muy próximas al Polo Norte. En su relato, no solo nos habla de las peripecias de la navegación, sino de las exploraciones en busca del extremo septentrional del planeta, de los efectos del cambio climático, del calentamiento global y de las amenazas que penden, por causa de todo ello, sobre la humanidad.
Octubre en el Cabo de Hornos recorre los canales, islas, estrechos, penínsulas, cordilleras y mares recoletos de Tierra de Fuego, y llega a la isla del Cabo de Hornos. Nos habla de los viajes de Magallanes, Raleigh, Fitz-Roy, Darwin y otros exploradores, y de Ushuaia, la ciudad del fin del mundo, y de su famoso penal.
«Para mí, el hecho de viajar es lo que importa, y el cómo se lleve a cabo el viaje no me parece lo sustancial. La cuestión es moverse, irse, largarse del propio terruño con los sentidos abiertos, expuesto a dejarse cautivar por todo cuanto hay de novedoso en los caminos del mundo, lo mismo si son sendas de tierra que si han sido trazados, invisibles, sobre el agua o sobre el viento. En grupo o en solitario, en avión o en autocar, de día o de noche, por unas cuantas jornadas o por una larga temporada, rumbo al sur o rumbo al norte, hacia el este o el oeste, pernoctando en hoteles de lujo o en cabañas mugrientas... lo esencial es moverse, ya digo, "con el camino bajo los pies y el cielo sobre la cabeza", como pedía Stevenson. Solo así aprendemos a mirarnos en los espejos del mundo.»
Javier Reverte