Lucy Angkatell invita a Hércules Poirot a comer. Para gastar una broma al detective belga, sus invitados fingen un asesinato junto a la piscina. Desgraciadamente, la víctima no interpreta ningún papel. Mientras agoniza y su sangre corre hasta el agua, John Christow pronuncia una última palabra: «Henrietta». Entre la confusión del incidente, una pistola se hunde hasta el fondo de la piscina.
Poirot se enfrenta esta vez a una compleja red de relaciones amorosas. El peso de la sospecha cae sobre todos los invitados.