En un mundo en el que nuestro valor está determinado por la productividad y el rendimiento, la acción de no hacer nada puede ser nuestra mayor forma de protesta. Así lo argumenta en esta obra Jenny Odell, quien cuestiona de manera radical la capitalización de nuestro tiempo, la rentabilización de nuestra atención y el estado de impaciencia y ansiedad en el que vivimos.
Marcados por la lógica invasiva de las redes sociales y el culto a la marca personal, hemos olvidado lo que significa la inactividad. Desde esta perspectiva, «no hacer nada» es ganar tiempo para nosotros mismos, ser contemplativos y ejercitar la percepción, recuperar el nexo con la realidad física y encontrar modos de relacionarnos de los que no se beneficien ni las empresas ni los algoritmos. Lejos de la antitecnología, Cómo no hacer nada es un manifiesto contra el discurso de la eficiencia y el tecnodeterminismo, un ensayo original en el que recuperar nuestro espacio alejados de un ritmo vertiginoso constituye un acto de resistencia política.